octubre 15, 2004

Mira:
y extendiste los brazos
para enseñarme tus muñecas
desnudas

herrumbrosas
con un parche sanguinolento y la cinta
un tanto floja
y apretando

apenas el dia anterior
habíamos desayunado en el CAfé Madrid
o en el Sanborns

y pensé entonces en la historia
en el comienzo y en la degradación
que fue el paso del tiempo

de la duda a la felicidad dolorosa
y entonces el reclamo

guardar silencio

porque en el silencio
se piensa que se aclaran las ideas

el silencio sólo nos confunde más


es el blanco de la ausencia


la ausencia


marcada en tus muñecas

esperanza perdida

veces después —en el futuro—
peleamos cuerpo a cuerpo
batalla diaria
del lado de la muerte hacia la vida

recuerdo entonces una mañana
rumbo al bosque
con el calor del verano
o acaso primavera ardiente

detenerse a recuperar el aliento

verte salir a la sala de espera
con el brillo de los santos
en tu cuerpo