septiembre 19, 2004

Y luego... (May-falda, dixit)

A.
Cuál es la magia de Mozart que en cuanto comenzó a sonar en el estereo ha logrado que por un momento me olvide de la extraña sensación que lleva ya semanas incorporada a mi ánimo. Desde que tengo memoria Mozart me ha gustado por el brío de cada una de sus composiciones, el espíritu alegre y juguetón, la viveza que impera en cada nota. Y quisiera de pronto que no dejara de sonar. Que no dejara. Que no dejara.

B.
Esta mañana desperté con la certeza de que he perdido el toque. De que me sucedía lo mismo que a algunos futbolistas que se quedan atrapados en la medianía, entre los del montón y los cracks, después de una temporada en la que han mostrado condiciones y talento. Quizá falte perseverancia, quizá sea pánico escénico, o inmadurez: nada les sale bien, como si entre sus pies y el balón hubiese un divorcio total. Así yo y las letras. Muertas. Muerto. Sin espíritu. Bulle mi cerebro de ideas mas la pasión se esconde. Y me miro en el espejo y me digo, che Marts, que lo mejor es un retiro digno. Y desde entonces creo que soy un campo abierto a la depresión… y ni siquiera tengo el consuelo de ser director técnico… o de menos crítico literario...

C.
Y sin embargo nos queda el humor…

Y justo cuando uno piensa que ya no podrá reírse nunca más cae en sus manos algún libro que provoca carcajadas y además que los otros pasajeros del autobús lo miren como un desquiciado que viene huyendo del Zapote. Javier Cercas es un novelista catalán, amigo de Roberto Bolaño gracias al cual conocí de su existencia, pero también escribe crónica, y son además divertidísimas a la vez que eruditas. Relatos reales es el título del libro-compilación editado por El Acantilado. Por un par de días la fe en que la literatura si cambia la vida de uno volvió a mi gracias a las historias hábilmente contadas por Cercas. Peripecias inverosímiles, días atroces para olvidar lo más pronto posible, jugueteos con el pasado, recuerdos y mucho amor y sensibilidad para encontrar, si ya lo sabemos, en lo más común lo relevante. Y entre risa y risa, al menos me queda el consuelo que aunque si me he quedado atrapado fuera de casa por haber olvidado las llaves, al menos no me quede todo el día en pijama, ni se llevaron mi auto, ni olvide mi conferencia y me di cuenta justo 10 minutos antes de que esta empiece. En fin, si aún quedan lectores atrevidos, Relatos reales no los defraudara.

Relatos reales

D.
El performance del año...

La vida consiste en dos cosas que a la vez son reflejo una de la otra: estar en el lugar indicado en el momento indicado, o bien estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Las combinaciones de estas premisas cubren perfectamente todas las situaciones que podamos imaginar. Pues bien, el viernes pasado Ruth y yo escapábamos de la lluvia que nos había obligado a dejar una banca de la plaza de las nueve esquinas para dirigirnos a una casona vieja, a la vuelta, por la calle Ocampo, donde se inauguraría una expo colectiva de pintura y escultura en la cual participaban algunos conocidos como Carlos Maldonado, Héctor Javier Ramírez, Carlos Larracilla y Roberto Vázquez Desde el llegar una sensación de rareza se apoderó del lugar. La oscuridad dentro de la casa era total. Los fusibles. Pero la lluvia arreciaba y por tanto decidimos pasar al interior. Sobre el patio de la casa se podía, más que ver, intuir un toldo que protegía de la lluvia. Bajo éste varias filas de sillas en espera de próximos ocupantes. Por un momento pensé que podíamos sentarnos en alguna de esas sillas, pero dudé y preferimos quedarnos en el corredor y en un largo banco de madera. Comenzaron a repartirse velas entre la gente que llegaba pero no logramos ver ninguna cara conocida. La lluvia arreciaba y pensé entonces que el toldo no estaba colocado de manera que permitiera la libre caída del agua. La gente se fue acomodando en el patio. Ignoro cuántos estaban ya sentados cuando de pronto con un tremendo ruido el peso del agua acumulada en el toldo provocó que una corniza, a la cuál estaba amarrado, se viniera abajo sobre varios de los que estaban sentados en el patio. Instantes de confusión. El agua que empapaba. Los gritos. La tierra. Los ladrillos. Un cuerpo que cae al piso con las manos apretando su cabeza. Las velas que se apagan. Gritos. Y una voz femenina pidiendo que alguien con celular llamara a una ambulancia. Y de pronto como si nada hubiese sucedido. Escuchar las latas de cerveza destaparse. Las pláticas que momentáneamente se habían detenido seguían. Hasta que llegaron los fusibles. La luz. Los policías. La ambulancia. Los bomberos. Protección civil. La televisión. Y de nuevo la lluvia...

El herido más grave pudo salir en su propio pie y abordar la ambulancia rumbo a la clínica para una revisión más exhaustiva...

Qué mejor happening...

E.
Rimbaud,Baudelaire et al, sacúdanse en sus criptas

Como empezar diciendo "Me caga..." podría herir susceptibilidades o prestarse a la respuesta plurifuncionalmente violenta, diré que de pronto estoy harto de la gente que se la pasa la mayor parte del tiempo quejándose. Y no tengo nada en contra del quejarse. De hecho me parece una manera de comunicar que necesitamos atenciones y cariño. Sin embargo, no podemos hacer de la queja nuestra letanía común. No debemos avasallar al otro con el ruido de nuestros llantos y lamentos. Con “mi vida es miserable” “Sufro, sufro, sufro”, “Oh el dolor”, “Oh la oscuridad”. Claro que existe libertad para quejarse, y es derecho de cada uno. Pero también los demás tenemos el derecho a que nos dejen en paz. Que afán de enterarnos de los males ajenos. Y como esto por supuesto se presta a confusión, insisto, no voy contra comunicar nuestras tristezas, sino contra la queja repetitiva, repetitiva, repetitiva en la que no hay progreso y tan solo estancamiento...
Y como en todo buen filme, para no dejar cabos sueltos, vuelvo al título, que tiene que ver con lo expuesto líneas arriba en que pareciera que la “maldites” poética se ha vuelto queja y no propuesta. No me imagino a estos poetas del XIX quejándose miserablemente de su situación. Afortunadamente se dedican a vivir, a destruir y a la vez a crear lo que ahora tantos arrebatan y hacen suyo...

F.
Que me he divertido en La Santa. Como hace mucho no. Porque no conocía a muchos y muchos no me conocían. Porque los Martinis. Porque Brita. Porque Marco Islas. Porque Marco Gabriel. Porque May. Porque Vero pelos y su próximo cumple. Porque los demás bloggers. Porque Jules. Porque Jules. Porque Jules. Porque sí...

G.
En contraparte le fallé al Comandante Jiménez que presentaba su nuevo proyecto Alkol en Les Fleurs du Morts. Ojalá me perdone...

H.
Y hablando del Comandante, ni hablar ha sido víctima de la perdida del toque...

I.
Y si algún poeta aún no sabe si lo invitaron o no, estos son los nombres con los que cuento para el encuentro de Poetas Elías Nandino: Sergio Valero, Paola Velasco, Julián Herbert, Héctor de Paz, Juan Pablo Vasconcelos, Leticia Cortés, Jorge Humberto Chávez, Francisco Alcaraz, César Silva, Óscar Santos, Ofelia Pérez, Martín Almádez, Víctor Ortiz Partida, Karla Sandomingo, Luis Armenta, Hernán Bravo Varela, Gabriela Aguirre, Rogelio Guedea, Raymundo Aguilera, Daniel Téllez, Antonio Neri, Luis Vicente de Aguinaga, María Rivera, Jair Cortés, Jorge Ortega, Nadia Contreras, Ricardo Solís, Fanny Enrigue, Dante Alejandro Velásquez, Felipe Ponce, Carmen Villoro.

J.
Y Mozart ya terminó así que llevo una hora escribiendo... quien lo diría