septiembre 11, 2004

La vuelta al mundo...

I
La felicidad es una ilusión. Un espejismo. Una idea que nos pasamos intentando alcanzar de una u otra forma y que se refuerza tras esos breves instantes de plenitud, quizá minutos en algunos afortunados, que de pronto se alcanzan. Pero uno voltea y la felicidad ha desaparecido. Se ha esfumado como se esfuman nuestros sueños, como se esfuma el tiempo. El presente es también una ilusión. No existe. Todo es ya pasado, esa sonrisa, esa caricia, ese anhelo, la derrota de mi equipo de futból, esa persona que estuvo aquí en esta habitación toda la tarde ya son pasado. El futuro es una isla en medio de la bruma. Desde el puente del barco que nos lleva por la vida distinguimos la lejana tierra. La visión es una trampa, no sabremos de los peligros que existen para llegar salvos a ella hasta que los enfrentamos, casi siempre sin esperarlos. Quizá por eso escribo. Porque desde muy temprana edad tuve que admitir que estamos aquí de paso. Que nada es permanente. Que la ilusión nos vence. Al final no somos mas que nada. Escribo con la idea de que algo de mi trascienda. Igual creo que nunca lo sabré. Morir es volver al vientre original y verdadero.

II
He escuchado decir a muy diversas personas que el cambio es bueno. Tras poco más de un año de lanzarme a la “Gran aventura de los cambios” debo decir que ya no estoy tan seguro de lo anterior. Quizá malos cálculos, decisiones precipitadas, aún no lo sé, e ignoro si lo llegaré a saber alguna día, pero a mi eso de cambiar no me resulto tan afortunado. Mi horario de trabajo actual mata cualquier gana de trabajar en lo que más me gusta: editar y escribir. Me encuentro desconectado del mundo: no leo periódicos, no veo tele, no escucho radio. Y no es que pida una estatua por esto o peor aún que me quiera convertir en mártir. En realidad me encantaría hacer cualquiera de estas cosas con la tranquilidad de antes. El colmo han sido los últimos quince días que estuve sin internet y en los cuales me negué a postear desde un ciber. En fin, aquí estamos de vuelta, con ánimos de reclusión, viendo partir a muchos amigos al viejo continente, y recordando, recordando, recordando…

III
Por azares del destino he sido invitado, junto con queridos amigos como lo son Nadia Contreras, Jair Cortés y Ricardo Solis a un encuentro de poetas de nombre rimbombante: Encuentro Nacional de Poetas Elías Nandino. Tendrá lugar en esta ciudad de Guanatos del 30 de septiembre al 2 de octubre de 2004. Tanto el CONACULTA como la Secretaría de Cultura del estado tienen mano negra en el asunto. Como siempre no están todos los que son ni son todos los que están. El contraste será extraño, vienen poetas bastante conocidos, ignoro si leídos, a nivel nacional, los cuales trae el CONACULTA. Y parece que la selección local fue bastante generosa con las jóvenes promesas y no tan promesas (ya si no, que hasta yo alcancé a ser invitado) pero hay ausencias que me parecen importantes e invitados a los que les falta, nivel, trayectoria, experiencia y etcéteras. ¿Qué se hace en un encuentro de este tipo?. Pues mas que nada platicar con los amigos, divertirse, salir a cenar, comer invitados por el estado y nuestros impuestos y leer, leer, leer y leer. He aqui la imagen del cartel que por cierto diseño su servilleta. Más información en próximos posteos.

El cartel del encuentro

P.S. A ver si no cancelan la invitación por estas líneas…
P.S. 2 Neeeeeeeeeeeeeee

IV
Les dejo también un poema… incluido en “La memoria, el eco”, libro que se publicará este año en versión bilingüe en la editorial quebequense Ecrit des Forges.


y vuelven,
los recuerdos siempre vuelven,
en su prisión maldita nos encierran,
ardientes, ácidos, desnudan, quitan
la piel hasta dejarnos sólo carne
viva en la memoria, indefensos

y vuelven,
siempre vuelven, no los mismos,
tan menos nuestros cada vez, dispersos

inexorables,
vuelven, siempre vuelven
sin ser reconocidos. Y si acaso permiten
de este cuarto inmundo escapar,
en sus redes caemos nuevamente.
Se mofan de nosotros,
al rostro escupen, zahieren la carne marchita

vuelven y nos dejan casi
a punto de morir
sin matarnos.

V
He seguido leyendo por supuesto, y no nada más a Auster, ya escribiré al respecto. Por lo pronto saludos a todos y corran la voz que he vuelto…