octubre 21, 2004

En el frío de la madrugada
nada pareciera rasgar el velo de quietud
de la noche

en la habitación
sólo ella y tú que ya no son dos
ni uno

son

lo que las manos han ido
construyendo
lo que el sudor
ha contorneado

son nada

el instante en que la luz de un auto
que pasa por la calle
es la vida que se escapa

alguien respira
tal vez duerme
todos duermen

y si recorres las cortinas
verás las estrellas en el lugar
de toda
tu vida

y te despides
porque todo el tiempo es partida
y en tu interior escuchas un llanto
y sabes que no es el viento
Es esto entonces lo que somos
lo construido

y sientes un piélago sobre ti
una ceguera
que las estrellas
y su cielo
son telón

¿de qué?
¿qué ocultan?

alguien suspira en la cama
y las campanadas lejanas de un templo
interrumpen la virginidad de la noche
en el aire descargas eléctricas
pasas la mano sobre él y sientes el fluido;
un perro aúlla; una botella, ebria,
que rueda y estalla
en fragmentos de sueños olvidados

a mitad de la calle
un náufrago
cierra su bragueta y sacude sus instintos

la noche desflorada
y un cuerpo
desnudo

que no es un cuerpo
ni es un nuevo continente
e ignoras que
sea
no sabes su nombre
no
sabes

no sabes
y en tu desesperación olvidas
las palabras
y sin ellas eres nadie

y quizá sólo así podrías RE nombrar todo
pero el olvido
y el telón de estrellas
y el náufrago que camina tambaleante
y el transformador y su ruido vibrante intenso
y un sonido prístino de palabras
y una voz, y un suspiro

las manos que buscan en el vacío
el calor
y vuelves a la cama
a intentar ser

a encontrarte